Energía y nearshoring: LA NUEVA OPORTUNIDAD DEL SURESTE MEXICANO

Por Alexis Milo

Noviembre 7, 2023

El desarrollo de la industria manufacturera requiere tres elementos clave: Mano de obra de calidad a salarios competitivos, buena ubicación geográfica y disponibilidad de energía. Tras la apertura comercial de mediados de los años 80s y la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio (TLC) en 1994, México ha desarrollado las dos primeras.

La mano de obra mexicana compite en precio y calidad con la de otros países en sectores que requieren altos estándares, tales como el automotriz y el aeroespa- cial, entre otros. Asimismo, su ubicación geográfica es ideal, pues se encuentra jun- to al mercado más grande del mundo y tiene salida a dos océanos para comerciar con Europa y Asia. Para ello, se ha desarrollado infraestructura de conexión para vincular los centros de producción con Estados Unidos.

No obstante, el elemento que se ha rezagado en el acelerado desarrollo de México como productor de manufacturas, ha sido la disponibilidad de energía de calidad mundial a precios competitivos. Por ejemplo, entre 1994 y 2022 la capacidad ins- talada de generación de electricidad pasó de 34.3 a 94.4 megavatios que, si bien representa un incremento acumulado de 175%, es significativamente menor al in- cremento de casi nueve veces en las exportaciones totales de nuestro país. Por otra parte, el crecimiento de la capacidad de producción de energía se ha dado en las zonas centro y norte del país, debido a su cercanía con los centros de demanda y al desarrollo de infraestructura de comunicaciones y transportes a lo largo de las últimas décadas. Así, la región sureste del país se ha rezagado de manera im- portante tanto en la producción manufacturera nacional como en la atracción de inversión. De hecho, se estima que los estados con infraestructura de gas natural y niveles adecuados de generación eléctrica tienen un PIB per cápita 50% más alto que los que no la tienen.

La creciente demanda globlal de manufacturas requiere que el sector indus- trial satisfaga la necesidad de fabricación de bienes y su participación en el consumo total de energía se ha disparado, representando más del 40% del consumo final internacional total. Adicionalmente, los conflictos geopolíticos recientes han tenido un impacto importante sobre los precios de la energía, lo que seguramente hará que su participación sobre los costos de producción se incrementen y ganen mayor importancia en las decisiones de inversión. Esta combinación de demanda global creciente y mayores necesidades energéticas vienen acompañado de una gran oportunidad: el nearshoring.

Las tensiones comerciales, la pandemia y los conflictos geopolíticos han llevado a un rediseño de las cadenas globales de valor. A raíz del acelerado proceso de globalización, la producción de muchos bienes se ha segmentado y las diferen- tes etapas se han ubicado en regiones distintas a fin de minimizar los costos totales. Por ejemplo, la producción de un iPhone involucra a más de 200 pro- veedores de componentes alrededor del mundo.

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En este contexto globalizador, las tensiones comerciales entre EU y China, que comenzaron con la candidatura de Trump, implicaron un aumento en los aran- celes de ambos países. La posibilidad de que el proceso se agudizara y expan- diera, llevó a muchas empresas a reubicar algunos procesos productivos de China a otros países. Asimismo, la pandemia alteró significativamente el trans- porte de mercancías, elevando su costo y lo hizo más impredecible. Acercar los centros de producción entre ellos y a los centros de consumo reduce los costos y su incertidumbre. Además, la guerra entre Rusia y Ucrania dejó claro el riesgo de depender de naciones potencialmente antagónicas para el suministro de insumos clave.

Ante esta oportunidad, instituciones financieras internacionales públicas y pri- vadas han estimado que las exportaciones de México se incrementarían entre 40 y 80 mil de millones de dólares en un horizonte de 5 años, es decir, entre 10 y 20%. Considerando el valor agregado de las exportaciones y su encadena- miento, ello contribuiría al PIB entre 3 y 6 puntos porcentuales en el horizonte mencionado. Al utilizar modelos macroeconómicos del crecimiento, veríamos que por un periodo de 5 a 7 años la tasa de crecimiento de la economía podría incrementarse entre medio y un punto porcentual por año y después regresa- ría a su nivel neutral. Esto tendría un impacto importante al elevar el producto por habitante en aproximadamente 4% respecto al que hubiese prevalecido en ausencia del nearshoring.

El escenario conservador es que aumente la capacidad instalada de la econo- mía mexicana y las exportaciones registren un salto importante. Esto no es poca cosa pues implicaría 400 mil empleos adicionales y mayores salarios. Sin embargo, esto sería un aumento de una vez en el ingreso nacional, derivado de mayor inversión y de la reasignación de recursos en favor del sector expor- tador, pero no mayores tasas de crecimiento sostenido ni una extensión de los beneficios del nearshoring más allá del sector exportador y su encadenamiento inmediato. Incluso, este escenario no se puede dar por sentado, pues para ello es necesario garantizar el suministro de insumos, principalmente energía, in- fraestructura logística y certeza jurídica y de políticas públicas. Estos elementos estuvieron presentes en el periodo post-TLC y llevaron al resultado descrito, pero de forma parcial y desigual entre regiones del país.

Los resultados del nearshoring pueden ser muy positivos, pero hay que cui- dar que estos efectos tengan un impacto duradero. La pregunta es ¿cómo potenciar su impacto de mediano y largo plazo?

Una forma de aprovechar el impulso del nearshoring en los próximos años y extender sus efectos es incluir la producción y generación de valor agregado en zonas que han sido marginadas en el proceso de desarrollo detonado por la apertura comercial. Como se mencionó anteriormente, el desarrollo de in- fraestructura y provisión de energía se concentró en el altiplano y norte del país, dejando al sureste con rezagos importantes. De los elementos clave para detonar un boom manufacturero en el sureste, hay dos que están presentes.

En primer lugar, la disponibilidad de mano de obra a salarios competiti- vos puede ser relevante si consideramos que mientras que la tasa prome- dio nacional de ocupación en la industria manufacturera es el 16.7%, en los estados del sureste (Campeche, Chiapas, Oaxaca, Quintana Roo, Tabasco, Veracruz y Yucatán) es de solamente 10.1%. Asimismo, en dichos estados del sureste el salario promedio diario de cotización es de 402 pesos, 16% inferior a la media nacional de 477 pesos. Ello significa que los costos de la mano de obra en el sureste resultan altamente competitivos.

En segundo lugar, la ubicación geográfica; el sureste cuenta con puertos impor- tantes para el comercio marítimo, a esto habría que añadir proyectos impor- tantes como el Corredor Transístmico que conectaría al Golfo de México con el Océano Pacífico. Cabe destacar que dicha vía de comunicación podría ganar aún más relevancia dada la disminución en la capacidad del Canal de Panamá por el descenso de sus niveles de agua.

En el contexto de la oportunidad del nearshoring, el desarrollo de proyectos que incrementen la disponibilidad de energía en la región es de vital importancia. Estudios recientes del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) seña- lan que la disponibilidad de gas y la consecuente producción de electricidad son condiciones indispensables para el desarrollo de la región sureste y apro- vechar el impulso del nearshoring desde una perspectiva geográfica integral.

A modo de ejemplo, el IMCO señaló que el sector industrial, que es aquel que incluye la autogeneración de electricidad, demandó un promedio de 2.7 miles de millones de pies cúbicos diarios (mmpcd) de gas natural en 2021, según los datos más actualizados del Sistema de Información Energética (SIE) de la Secre- taría de Energía (SENER). De esta demanda, el 48.1% se concentró en las seis entidades fronterizas del norte del país (Baja California, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Sonora y Tamaulipas), mientras que los nueve estados de la re- gión sur-sureste apenas representaron el 16% de la demanda del sector. Con excepción de los estados de Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán, la demanda del resto de las entidades de la región sur-sureste fue marginal como en el caso Oaxaca; o nula, como sucedió en Campeche, Chiapas, Guerrero y Quintana Roo.